lunes, 26 de septiembre de 2016

Ayudando a un amigo #5

Hola! Feliz inicio de semana para todas y todos.
Como ya leyeron en el titulo, la entrada del día de hoy no es para mi sino para otra persona, un amigo de la universidad, su nombre es Mario, y me da mucha alegría poder compartir con ustedes algo que el ha escrito.  
Ahora se que la historia parece un poco larga pero créanme que no lo van a notar y vale la pena seguir leyendo,(SE LOS JURO) espero que les guste tanto como a mi. 

SALA 5


Cuando volví en sí, muy a fuerzas pude levantarme. Es que en serio, todo fue demasiado rápido, nunca pensé que esa noche no dormiría en casa.

Como todo fin de semana, estaba alistándome poco antes de media noche para irme de fiesta con mis compañeros de aventura. Mis hermanos me dicen que ya le pare, que siente cabeza y que cambie mi estilo de vida, pero pues ellos que saben, apenas tengo 31 años y estoy en mi plena etapa de disfrutar. A mi ver, mi vida es muy buena y tengo mucha suerte, hasta ayer que no corrí con la misma de siempre.

Hacía un par de horas que habíamos llegado al mismo bar de todos los fines, nos encanta ir ahí porque tomamos mucho y pagamos poco. No es el más lujoso de la ciudad, pero la verdad es mi favorito.

Al pedir nuestra tercer ronda, un par de sujetos se acercaron a nuestra mesa, el bar estaba lleno, con nosotros sobraban lugares y decidieron quedarse ahí. A mis amigos no les importó, aunque sinceramente a mi no se me hizo buena idea, se veían de esos que toman y se van sin pagar.

Después de un rato mis amigos decidieron irse a la playa, pero yo no me quería ir todavía y a los dos colados tampoco se les veía cara de querer irse. Por suerte un cliente del restaurant donde trabajo se había quedado solo con su novia a unas mesas de distancia de la mía porque sus acompañantes ya se habían ido, así que los invité a que se pasaran conmigo mientras mis amigos me daban su parte de la cuenta para que yo pagara cuando me fuera.

Dieron las 5:00 a.m. y aunque la fiesta seguía, los novios ya querían irse. Me dieron su parte de la cuenta y salieron a buscar un cigarrillo para que se les bajara un poco lo tomados antes de despedirse. Al momento de captar que me iba a quedar sólo con los dos extraños decidí salir a ver si alcanzaba a los novios, pero no los encontré, fue entonces que decidí volver para pagar la cuenta e irme.

Justo antes de dar vuelta para la calle donde estaba el bar, escuché gritar a los dos colados mientras se acercaban. Me preguntaron que si yo traía lo de la cuenta, pero como la forma en que lo hicieron era algo extraña les dije que no, que yo ya no traía nada, para despistarlos por cualquier cosa. Como que no les agradó mucho lo que les contesté porque al escuchar mi respuesta comenzaron a insultarme los dos y a hacer esos movimientos de cuando sabes que te vas a pelear con alguien...

Obviamente no iba a dejar que me quitaran el dinero, pues tenía que ir a pagarlo porque si no me iban a vetar de mi lugar favorito y eso me dolería más que cualquier insulto. Siempre he sido bueno peleando, así que le solté un golpe a uno de los dos colados, el cual esquivó y me respondió con un puñetazo en el ojo izquierdo.

Al esquivarme un par de golpes más y ver que no andaba con mucha suerte, decidí decirles que si traía el dinero, que se los daba y que ya me iba, cosa que no aceptaron (Bueno, el dinero si).

Mientras uno me agarró por atrás, el otro comenzó a pegarme, como pude me le zafé y me tiré al suelo (gran error). Comenzaron a patearme simultáneamente; cara, brazos, torso y todo lo que podían. De la única forma que me pude cubrir fue poniendo como escudo mi brazo derecho sobre el izquierdo. 

Escuché que tronó algo y en ese momento le rogué a todos los santos posibles que ojalá y hubiera sido alguno de sus pies. En seguida de eso dejaron de pegarme y huyeron, no sin antes quitarme el celular y mi reloj.

Pasaron unos minutos hasta que pude volver en sí y levantarme con esfuerzo. La calle estaba toda oscura, así como con el ambiente perfecto para un asalto, ojalá y hubiera notado eso cuando salí del bar con el dinero...

Como pude caminé hacia la avenida que quedaba cerca de ahí, no pasaba ningún taxi ni nadie que pudiera ayudarme y cuando pasó uno no me quiso llevar al verme sangrando. Con el segundo tuve más suerte y aceptó llevarme aun sabiendo que no tenía nada con que pagarle. Y es que en verdad, nunca tendré como pagarle a ese buen hombre, aunque posiblemente no lo vuelva a ver en toda mi vida siempre le estaré agradecido.

Me llevó al hospital más cercano, pero me dijo que no me podía dejar hasta la entrada porque lo detendrían para declarar de porque me llevaba en ese estado y pues me tuvo que dejar lo más cerca posible. Me bajé del taxi, el conductor me deseó lo mejor y yo le di las gracias. Al cerrar la puerta sentí un dolor inexplicable en mi brazo derecho, por lo que me lo pegué en el pecho y sostuve con mi otro brazo. Así caminé hasta la entrada del hospital, las dos cuadras más largas de mi vida. 

Llegué, una enfermera me hizo las preguntas de rutina y contesté que me habían asaltado, que no tenía ninguna identificación ni mucho menos dinero para que me atendieran rápido. Al saber esto me dijo que no me podían atender si no estaba afiliado a algún seguro médico o hasta que un familiar firmara para hacerse cargo de mí. Lo único que me dieron fue una silla para poder esperar mientras alguien iba a reclamarme. 

En ese momento capté que mi familia se iba a enterar de todo lo ocurrido, el dolor se me quitó en automático y me entraron unos nervios y un frío tremendo. No podía ni imaginar todos los "Te lo dije"  que me iban a decir, aparte de que iba a ser la burla de todos mis amigos porque no pude con dos...

Al verme temblando, una segunda enfermera me ofreció su cecular para que llamara a algún familiar o al teléfono que recordara, de nuevo la segunda oportunidad había sido mejor que la primera. Para mi desgracia, el único número que me sabía de memoria era el de mi papá, así que no me quedó de otra que llamarle...

5:40 a.m. y el celular sonando, creía que no iba a contestar. No por  que estuviera dormido, si no porque no contesta cuando no tiene el número registrado. Afortunadamente contestó, supuse que iba rumbo al trabajo y en efecto. Con un enorme e inexplicable nudo en la garganta le comencé a hablar, con una voz temerosa le dije quien era, que me habían asaltado, golpeado y en que hospital estaba. Con voz firme me preguntó que si estaba bien, a lo que respondí: "-Pues, estoy vivo"

"-Bueno, ahí aguanta, ahorita le llamo a tu hermano para que le avise a tu mamá." Y colgó.

Le llamó a mi hermano menor y este le avisó a mí mamá y a uno de mis hermanos mayores. Al estar juntos estos tres se lanzaron inmediatamente hacia el hospital. 

Mientras yo esperaba en la silla, estaba pensando como le iba a hacer si no llegaba nadie por mi, sinceramente si eso pasaba lo iba a entender, pues yo no suelo hacer gran cosa por mí familia y como lo mencioné al principio, siempre que mis hermanos me daban algún consejo los ignoraba. En ese momento vi entrar a dos de mis hermanos y a mi mamá corriendo justo en dirección hacia a mí. Sentí una alegría enorme en mi pecho al verlos entrar pero simultáneamente a eso una gran angustia por hacerlos pasar por esa situación, el verme en ese estado, lastimado, con mi camisa rota y todo lleno de sangre. Se me hizo un nudo en la garganta y no me salió palabra alguna, lo único que pude hacer fue asentar y hacer ese intento de sonrisa que se simula cuando tienes ganas de llorar mucho pero que te debes aguantar.

Me preguntaron lo que me había pasado y les conté lo que pude, al terminar de decirles mi mamá me abrazó. Sentí un gran momento de tranquilidad pero a la vez de dolor, porque al hacer eso acercó mi cabeza hacia ella y me dolió mi ojo, justo ahí vino a mi mente el flashback de cuando el colado me dio el puñetazo. 

Como me dijo la enfermera que me recibió al principio, en ese hospital no me podía atender porque no estaba afiliado, lo cual quiere decir que venían otra serie de inconvenientes...

Antes de esto la verdad me creía invencible y pensé que jamás me pasaría algo, nunca hacia los papeleos médicos cuando eran fechas de trámites y mi papá me mandaba, mucho menos en estos años recientes cuando el seguro médico corría a cargo de mi trabajo. Jamás lo tenía en regla, al fin que si ocurría algo mis papás me iban a ayudar como siempre. No cabe duda que aunque lo hagan con el único afán de ayudar, cuando nuestros padres nos resuelven la vida, lo único que hacen es incapacitarnos. 

Le pedí a uno de mis hermanos que se comunicara con mi mejor amigo, el cual también era mi jefe de trabajo y dueño del restaurant, después de una hora de estar insistiendo por fin contestó. Le pedí que se hiciera cargo de los trámites para poder ingresar a otro hospital y también de cualquier gasto que llegara a surgir. Sabía que me iba a apoyar, siempre lo he ayudado desde que abrió el negocio y me debía un par de favores, aparte no podía permitir que mi familia hiciera todo eso cuando se cansaban de decirme que tuviera mis papeles en regla por si llegase a surgir algún percance en cualquier momento. La verdad no podía con la vergüenza de lo que estuvieran pensando de mí mientras estaban a mi lado esperando, como para también cargar con que harían gastos no previstos por mi culpa. Pasó una media hora para que mi amigo llegara al hospital, habló con mi familia y se puso a hacer los tramites para que me pudieran trasladar.

8:30 a.m. y por fin me pudieron sacar de ahí después de una larga espera y trámites inútiles, pues no me pusieron ni siquiera un curita, ah pero si cobraron por tenerme sentado en una silla y por la responsiva de alta voluntaria...

En seguida de eso, me llevaron a otro hospital donde al llegar me atendieron de inmediato. Después de más de tres horas del asalto por fin estaba en valoración médica: derrame en ojo izquierdo, brazo derecho roto y el codo safado de ese mismo lado, aparte de una que otra raspadura leve. Fue entonces que reaccioné que al escuchar que tronó algo en la pelea, no había sido el pie del colado...

Al escuchar el diagnóstico vi que el rostro de mi mamá cambió de mil colores por la angustia, me dolía más eso que todo lo que me habían hecho. El doctor comenzó a platicar conmigo, sin darme cuenta puso el codo en su sitio y después un férula. Hasta ahí terminaba todo lo que podía hacer en la consulta, dijo que en las radiografías no salieron golpes graves, que mi ojo estaría bien en un par de semanas, pero que mi brazo necesitaba operación inmediata. Cuando escuché el precio de la operación casi me desmayo y no precisamente del dolor, no hubo de otra que cambiarme de hospital de nuevo...

Mientras mi amigo pagaba la cuenta de la consulta le pedí a mi hermano que le llamara a mi esposa para avisarle, si, tengo esposa, ah y una hija que es lo mejor que me podría haber pasado en el mundo, aunque no la vea a diario.

Me casé hace cuatro años, tres meses después de que la prueba de embarazo diera positivo. No nos casamos sin amor, pero si casi que obligados. Mis papás me decían que no me casara, que aún sin eso podía hacerme cargo de mi hija, pero mi suegra me dijo que la verdad dudaba mucho que pudiera con dos responsabilidades tan grandes, lo cual utilizó como juego mental para que yo lo tomara como reto, que hiciera todo lo contrario a los consejos de mis padres y gastarme todos mis ahorros en una boda meramente apresurada. El plan era seguir viviendo con nuestros papás hasta que la bebé naciera y después de eso buscar donde vivir solos, pero como mi bendita suegra nunca dejó de mal aconsejar a mi esposa eso nunca se pudo concretar y hasta la fecha cada quien vivimos donde mismo, el amor que teníamos se esfumó en cada pelea y por lo tanto veo a mi hija una vez a la semana como máximo.

Cuando le llamé para contarle lo que había pasado le dije que no quería que le dijera a mi hija y que tampoco me fuera a ver. Me ofreció su ayuda, pues es enfermera y podía ayudar a facilitar los trámites para que me operaran más rápido y gratis, pero obviamente no acepté, le dije que ya tenía quien me ayudara, que bastaba con que cuidara bien a la niña mientras me ausentaba por la recuperación.

Me llevaron a un tercer hospital, en el cual mi mejor amigo ya había puesto mis papeles en regla y aunque era público, tendría servicio para que me atendieran sin costo, por parte del trabajo. Llegué a urgencias, luego a traumatología y después de varias valoraciones por distintos médicos, coincidieron que si me tenía que quedar internado para la operación de mi brazo. Estaría un día en observación antes de que me operaran.

Doce horas después del asalto, mi mamá, mi mejor amigo y mi hermano menor se comenzaron a despedir de mí, pues a las 5:15 p.m. aproximadamente me cambiaron de urgencias a una sala con varios pacientes, solo podía estar una persona conmigo y mi hermano mayor optó por quedarse el resto del día para que el menor fuera a descansar y volviera en la noche para relevarlo. Dentro de lo malo, lo bueno fue que todo ocurrió al inicio de un fin de semana, pues dos de mis hermanos estaban libres, ya sea de escuela o trabajo y pudieron apoyarme, si hubiera sido entre semana difícilmente podrían haberlo hecho por tener que cumplir con sus deberes, como mi tercer hermano y mi papá que hasta en fin trabajan y no pudieron ir a verme hasta en la noche que estuvieron libres.

Debo de confesar que le tengo pavor a las agujas y al cambiarme a la sala lo primero que hicieron fue inyectarme una bolsa gigante de suero. Un punto más en mi contra, parecía demasiado irreal que había tenido que pasar por la mayoría de mis más grandes miedos y debilidades en tan sólo la mitad de un día, lo peor es que aún faltaba la cereza del pastel...

Aparte de mí, había cuatro enfermos más en la sala, tres ancianitos y un señor joven. En el poco tiempo que llevo aquí me están dejando una gran lección de vida: El de mi lado izquierdo tiene problemas en sus pulmones por fumar mucho, 80 años, con esfuerzos puede hablar y además utiliza sonda, su esposa murió hace tiempo y solo tiene un hijo, que es el que lo va a cuidar cada vez que su trabajo le permite. El de mi lado derecho se divirtió todo lo que pudo hasta los 55 años, que fue cuando recapacitó al ver a su esposa quedarse sin vista poco a poco y a sus hijos alejarse de él; dejó de tomar y a los seis meses le diagnosticaron cirrosis severa, sus riñones estaban tan acostumbrados al alcohol que al dejarlo de filtrar prácticamente dejaron de funcionar, hasta ahorita solo vino una de sus hijas como una hora y se fue porque tenía que ir a cenar con su novio, al parecer el señor recapacitó demasiado tarde. Al de enfrente mío le acaba de dar su segundo infarto ayer, tiene 70 años pero es divorciado, lo está cuidando su única hija, la cual vive en la capital del país y viajó siete horas en autobús solo para venir a cuidarlo, dejando su vida por el simple hecho de que lo ama, pues se nota cada vez que le dice que está segura que pronto se va a recuperar. Al señor joven lo estaba cuidando su esposa, 35 años y aunque lo han intentado no han podido tener ningún hijo, está internado porque sufre de ataques epilépticos, afortunadamente el amor de su vida siempre está a su lado para cuidarlo, que envidia, está acostada a su lado platicándole cosas y sonriendo juntos.

A media noche llegó mi hermano menor a relevar al otro, poco tiempo después de eso mi brazo me comenzó a doler, la enfermera me inyectó un calmante y me quedé bien dormido pues había sido una tarde y noche llenas de visitas; ya habían venido mis papás, mi otro hermano, mi mejor amigo, mis dos primitos y una tía.

Justo 24 horas después del asalto desperté, volteé y vi a mi hermano despierto velando mi sueño mientras la enfermera discutía con la hija del señor que le dio el infarto por tener distintas creencias religiosas, que estupidez de la enfermera al no respetar los rezos de alguien. 

Me dieron ganas de orinar, le pedí ayuda a mi hermano menor para levantarme y poder ir, una lección más de vida; a pesar de ser el más pequeño de la familia, es el más centrado y al que se le ve un mejor futuro que todos, es diez años menor que yo y por lo tanto nunca hemos tenido mucha relación pues tenemos pocos temas en común, aparte como suele ser muy correcto, le enoja todo lo que hago y muy a fuerzas me habla, a pesar de eso estuvo casi todo el día a mi lado y no dudó en quedarse a cuidarme en la noche, es increíble como la persona que menos esperaba me tiene que estar ayudando hasta para poder hacer del baño...

Al regresar a la sala vi en el buró una foto de mi hija, me dijo mi hermano que nuestra madre la había dejado ahí antes de irse. Me ayudó a acostarme, no pude contenerme y salieron un par de lagrimas de mis hinchados ojos, mi cabeza no dejaba de dar vueltas y pensar en todo lo que me había pasado en tan solo un día y el ver lo tan equivocado que he estado por tanto tiempo en mi forma de actuar y pensar.

Es muy raro que la vida te de una segunda oportunidad, y si lo hace es justo cuando menos te lo esperas. Ahí es cuando pones todas las cartas sobre la mesa y decides si cambias o terminas de hundirte. Viéndolo bien hace mucho tiempo que dejé de ser feliz y ni siquiera me había dado cuenta, pero tengo todo para serlo y lo he desaprovechado por largos años; una familia que siempre se ha preocupado por todo lo que hago aunque no sea lo correcto, un mejor amigo que me ha apoyado como pocos y me dio trabajo cuando gasté todo mi dinero en una boda que no se necesitaba, una esposa que he olvidado por andar de fiesta y una hija me ve como el más grande súper héroe aunque todo este tiempo haya sido prácticamente un inconsciente que iba por la vida si rumbo.

Ya no más, será difícil pero al salir de aquí haré todo lo que sea necesario para enmendar mis errores, sé que posiblemente más de una persona no me perdone y lo entenderé, también habrá falta ver el plan que tengan preparado mis papás y mis hermanos, porque a pesar todo lo bueno que han estado haciendo por mí, sé que me espera una larga plática y un gran regaño, los cuales aceptaré y agradeceré.

Mientras todo eso pasa esperaré aquí, con la cara hinchada, un derramen en el ojo y un brazo roto en la sala 5 de un hospital público esperando ser operado. No cabe duda que cuando intentas proteger a un hijo adulto en realidad no lo haces, al contrario, lo destruyes.


Apoco no estuvo genial, siendo 100% honesta con ustedes como siempre lo soy les puedo decir que no me esperaba esto cuando le pedí a mi amigo que me enviara algún escrito y aun sabiendo cual seria el tema. La verdad me sorprendió y hubo partes en las que me sentí algo emocional (ya saben que yo soy bien sensible). 
En fin, no tengo ninguna duda de que a ustedes también les va a encantar. Y de ser así aquí les dejo el link a su blog para que vayan y lean mas de el Habia una vez...
No se olviden de comentar algo para el autor en la parte de abajo y quien sabe, tal vez en un futuro vuelvan a escuchar de Mario. Adiós!

4 comentarios:

  1. Hola! No está nada mal, muchas gracias por compartirlo!

    Un saludo!

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  2. ¡Tu amigo Mario debe estar feliz al tenerte como amiga!
    ¡Está genial!
    Un besazo :)

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  3. WoW, excelente realmente me llegó emocionalmente, definitivamente algo aprenderé de esta lectura felicidades Mario, pudiste terminarlo y quedó excelente.

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  4. Hola preciosa!!!! Pero si sos un encanto total... de verdad, que pedazo de amiga!!!
    Por cierto, que gran talento el de Mario, obviamente habria que pulir algunas cosas pero me encanto su forma de escribir! Muy bonito :)

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